A grandes rasgos, la cobertura mediática del viaje del Papa a España, el pasado agosto, estuvo a la altura del acontecimiento. No esperaba el mismo espacio, en televisión, para esta trascendental visita a Alemania. Sin embargo, se han seguido con interés los pasos de Benedicto, en general, durante los días 22 al 25 de este septiembre. No obstante, bajo mi punto de vista, el tratamiento informativo podía haber sido mucho mejor.
Gran parte del tiempo, se ha perdido recogiendo las protestas de algunos por la presencia del Papa en el país germano. Una oposición, fronteriza con la hostilidad, que no me interesa demasiado ya que, en mi opinión, no se ha planteado como un debate serio que pueda enfrentarse, con cierta solidez intelectual, a los postulados que defiende Benedicto XVI, firmemente anclados en la fe, pero también construidos sobre un armazón racional impecable.
La situación mundial de crisis económica evidencia que los pilares de nuestro mundo contemporáneo se tambalean. Los inmuebles, las acciones de las compañías, los bancos, los gobiernos y los políticos pierden su credibilidad. Hace tiempo, que la ciencia y el arte perdieron también su confianza en muchas certezas, de manera que casi han desistido de buscar o plasmar la verdad.
Europa supo descubrir un concepto sublime del hombre, a un Dios creador, que perdona, que redime, que ama al hombre, que se hizo hombre, también aprendió a razonar, con unos métodos y con unos sistemas eficaces y coherentes, con honradez intelectual, rindiendo culto a la Verdad, no limitándose a la mera acumulación de conocimientos, buscando el bien y respetando la dignidad del hombre. En fin, los europeos aprendieron y vivieron estas cosas y muchas más, que enriquecieron al arte, a la literatura, a la universidad, al derecho... y les hicieron libres y fuertes; tan vigorosos como para llevar por todo el mundo sus logros.
No todo salió bien. A veces, se erró en el camino. Parte de los desvaríos y de los éxitos de Europa se encuentran en Alemania. Esta nación es uno de los pilares de Occidente. El Papa, también alemán, ha reflexionado sobre muchos puntos, que desgraciadamente, no hemos visto en televisión con el detenimiento que merecían. Benedicto XVI ha hablado de libertad: Así como la religión necesita de la libertad, también la libertad necesita de la religión. La libertad necesita estar ligada "a una instancia superior". La convivencia humana no es libre sin ligarse a la solidaridad, no solo a nivel privado sino en la sociedad. Estas ideas cobran más relieve pronunciadas en tierras donde, hasta hace poco, el comunismo pretendió borrar a la religión y a la libertad de la vida del hombre.
No es el lugar para resumir el mensaje del Papa desde Alemania. Animamos a los telespectadores a que lo busquen por otros medios. Verán que el mundo alemán ha trabajado mucho por la humanidad y que puede continuar aportando decisivamente. No solo podemos pedirle que den entidad al euro. Quizás, todavía sean más necesario esperar alemanes capaces, muchos de ellos serán hijos de la Iglesia Católica como lo fueron Adenauer, Hans Urs von Balthasar, Edith Stein o Beethoven. Pedro Seco Varón.
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