8 de noviembre de 2009

El 1-N y los telediarios


El 1 de noviembre, los medios de comunicación, en general, volvieron a hacerse eco de la masiva afluencia de españoles a los cementerios. Ciertamente, los telediarios de las distintas cadenas emitieron reportajes que ilustraban la noticia que se repite año tras año: una multitud de personas acuden con flores, con una oración y con los mejores recuerdos ante las tumbas de sus seres queridos.

En España, y también en otros lugares, se trata en el fondo de una celebración: aunque la tristeza ante la muerte es inevitable, no deja de ser una fiesta de fe: se espera que el alma inmortal descanse y goce eternamente, en un lugar mucho mejor que este mundo. Y, contra toda esperanza, también se espera la resurrección.

Estos días, los medios de comunicación también han dedicado atención a otras fiestas de origen anglosajón -según dicen algunos, son de raíz pagana- que recuerdan a los monstruos, al temor y al miedo que el hombre sentía en otros tiempos. Afortunadamente, se trata de una interpretación simplista, jocosa e incluso se aborda como una diversión para los niños. No obstante, parecen traer ecos lejanos de terror, pánico a la oscuridad, a la noche, a cómo el hombre quedaba indefenso ante fuerzas maléficas, mágicas e invencibles que les procuraban desdichas. Algunas de esas viejas divinidades exigían sacrificios humanos y el mantenimiento de cultos bárbaros y crueles.

Desde luego, se trata de una opinión personal: me produce una cierta inquietud ver a unos niños disfrazados de psicópatas bañados de sangre, de brujas o de monstruos extraídos de la novela gótica, portando armas blancas: hachas, cuchillos... ensangrentados. Quizás, no sea todo más que una pequeña broma macabra. Sin embargo, al contrario, me da serenidad ver en los telediarios a esas multitudes de personas que llevan flores a quienes amaron, cuentan historias de fidelidades, de tristezas y alegrías que se compartieron. Son escenas que expresan agradecimiento a otros que nos dieron tantas cosas, tanto cariño o la misma vida. No me extraña que el cementerio sea un lugar que tenga algo de sagrado, que no deje de ser como un monumento al respeto por los demás, a la verdad y a la fe.

Agradezco a los responsables de los telediarios que, por estas fechas, transmiten a través de la pequeña pantalla estos sentimientos tan profundos de todos.

Nuestro recuerdo y gratitud a los profesionales de los medios de comunicación, a los socios y a los colaboradores de esta asociación que nos dejaron, especialmente durante este año.

Pedro Seco. 08-11-2009

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