7 de marzo de 2010

La libertad y la televisión: la verdad

Es la tercera vez que quedamos para compartir ideas sobre la libertad y la televisión. En nuestra primera cita, hablábamos del bien que hacían las televisiones cumpliendo con las leyes, especialmente con las relativas a la protección de los menores; luego, nos hemos referido a la televisión en su papel de medio de comunicación con otras personas. Y, siempre, ha sobrevolado la idea de la televisión como servicio público, que puede ayudar a la gente en múltiples facetas de su vida.

Ahora, podríamos detenernos en su vertiente de altavoz de la verdad. Una gran mayoría podemos estar de acuerdo en que la verdad y la libertad se relacionan de manera muy directa. Esta idea podemos ilustrala con un ejemplo negativo: los totalitarismos suelen nutrirse más de la propaganda, o directamente de la mentira, que de la verdad.

¿A qué verdad nos referimos? ¿Se puede conocer la verdad? Repasando la programación televisiva de este mismo día, da la impresión que, por lo general, muchos profesionales y espectadores ni se han planteado estas preguntas y que, por tanto, no buscan una respuesta. Nuestra televisión refleja lo que en Occidente sucede en muchas facetas de su vida y de su cultura. Pero la realidad es que sí hay una verdad y que es posible buscarla, encontrarla e incluso estar de acuerdo con ella y quererla.

Creemos que esa verdad abarca muchos aspectos de la vida. Fundamentalmente, todo lo referido a los valores. La verdad sobre el valor de la vida humana, en todas sus fases. La verdad sobre la familia. La verdad sobre la libertad para educar a los hijos. La libertad para objetar en conciencia (recuerdo como, hace poco tiempo, un muchacho podía objetar sin problemas la realización del servicio militar y, hoy día, me da cierto temor que un médico o un farmacéutico no puedan objetar sobre temas muchos más importantes en conciencia, sin enfrentarse a graves problemas).

La televisión y sus profesionales no son los únicos altavoces de los valores que nos permitirán vivir con más libertad. Su responsabilidad es grande pero no son los únicos a los que responsabilizar. Simplemente, algunos espectadores les pedimos que los tengan en cuenta. Y, que la tolerancia estará garantizada con los valores. La verdad sobre los valores que hacen digna la vida del hombre no se impone, más bien se muestra. La verdad no se afirma mediante un poder externo, se da al hombre, que la puede acoger e interiorizar. Su fuerza está en el hecho de ser verdadera. La mayor falta de tolerancia y de libertad puede ser no reconocer que hay, por lo menos, que buscar la libertad y la verdad. Pedro Seco Varón.

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