La televisión debería ocuparse más a menudo de la historia. Los telespectadores echamos de menos documentales, debates, entrevistas, reportajes, programas o, simplemente, reseñas o efemérides de nuestra historia y de la del mundo occidental al que pertenecemos. Ciertamente, corremos el riesgo de olvidar nuestro pasado histórico y condenarnos a repetir nuestros errores.
Estas semanas, el catedrático y académico Luis Suárez viene suscitando las críticas de algunos porque, en el Diccionario Biográfico Español de la Real Academia de Historia, clasifica al régimen del general Franco como autoritario. Hay quienes sostienen que la denominación más exacta sería dictadura.
La polémica escapa del ámbito de este blog de aficionados a la televisión. Tan solo animamos a que el lector saque sus propias conclusiones, leyendo la bibliografía de Luis Suárez o la entrada que éste ha escrito en el Diccionario (que todavía no se comercializa, la obra va por la letra G, se piensa terminar a comienzos del 2012).
Tan solo señalar, que el debate sobre la postura de este autor respecto a este período de la historia reciente de España, podría conducirse en el marco de una perspectiva académica y universitaria –alejado de condicionantes ideológicos-. Realmente, el profesor Suárez escribe una obra historiográfica, en el citado Diccionario. Todos los especialistas y muchos lectores aficionados a la historia conocen sus libros; saben que su trabajo es sólido, honrado y elaborado desde su libertad intelectual. Ciertamente, este catedrático cuenta con muchos méritos en el campo de la investigación, de la universidad,.... su bibliografía resulta imprescindible para conocer, por ejemplo, la Baja Edad Media en España.... Sin duda, se trata de una de las personalidades más interesantes de la vida intelectual española.
En efecto, los especialistas tienen el deber de hablar con propiedad (los profanos solemos decir que hilan fino); la ciencia y el conocimiento avanzan cuando se profundiza en las materias: se distinguen, se clasifican y se descubren nuevos matices, que -a veces- nos muestran horizontes nuevos. A modo ilustrativo, tan solo considerando el tema de cómo se legitiman cada uno de estas formas de gobierno, no es lo mismo dictadura, totalitarismo que autoritarismo. Como tampoco es equiparable un rey europeo del siglo XIII, con un monarca autoritario, absolutista o ilustrado. Aunque todavía el abismo aumenta respecto a lo que serían un rey mogol, un califa, un sultán o un sátrapa. Abusando de vuestra paciencia, un último ejemplo, el despotismo oriental no es igual que el despotismo ilustrado de Carlos III. Asimismo, existen muchas diferencias entre los regímenes autoritarios y totalitarios europeos de los años 20 y 30: Alemania (Hitler), URSS (Lenin o Stalin), Polonia (Pilsudski), Yugoslavia (Alejandro I), Portugal (Salazar), Rumanía (el rey Carol), Turquía (Ataturk), Hungría (Horthy), Italia (Mussolini) o España (Primo de Rivera o Franco)... Te pueden suspender en la Facultad de Historia si confundes cada caso, aunque en la calle puede que se los considere erróneamente idénticos.
Aquí, no se trata ni siquiera de resumir sucintamente cada fenómeno, pero existen diferencias muy importantes e interesantes. Hay personas y gobiernos que no son equivalentes. E incluso, los historiadores corren el riesgo de caer en el historicismo y sacar los sucesos, de forma anacrónica, fuera de su contexto histórico.
Espero que estas críticas a Luis Suárez nos estimulen a conocer la historia y a pedir que se le haga un hueco en televisión. Porque esta polémica -aun con un tono ideológico o incluso superficial, que ha saltado del mundo académico al televisivo- nos recuerda que la historia influye en nuestro presente y en nuestro futuro. Pedro Seco Varón.
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