Esta historia real se enmarca dentro de las últimas grandes películas de cine deportivo inglés y norteamericano. Moneyball, al igual que The blind side o The Damned United, y en cierta medida también Million dollar baby, aprovecha el deporte como metáfora dejando la competición en un lugar secundario. El problema es que el béisbol es un deporte que entusiasma únicamente a los norteamericanos. Pues bien, esta película consigue el milagro de que cualquier espectador incapaz de ver un partido de béisbol enmudezca ante la épica y el alma de este deporte que ya ha sido protagonista de otras obras maestras como El orgullo de los yankees, de Howard Hawks, o Campos de sueños, de Phil Alden Robinson. Fila Siete.
La película cuenta con un guión tan bueno, que los no aficionados al deporte disfrutarán de una buena historia, bien contada, bien interpretada y con unos diálogos depurados y magníficos. No sólo habla de béisbol, sino también de las prioridades en la vida y de las relaciones paterno-filiales. La película plantea una cuestión interesante: ¿qué pasa cuándo se aplica al deporte, o a cualquier actividad humana, unos criterios cuantitativos y medibles? El filme demuestra que no valen las soluciones purista. Pero lo más importante que propone la película es que decidir las cosas sólo por dinero no es una buena idea. J. O. (Cope).
Bennett Miller, director que llevaba seis años de inactividad desde que dio la campanada con Truman Capote, aprovecha un buen guión - Steven Zaillian y Aaron Sorkin han logrado una justa nominación al Oscar- en torno a la importancia del elemento humano, frente a la frialdad de los métodos científicos, y hace gala de una puesta en escena clásica que funciona a la perfección. El film, técnicamente impecable, ha logrado otras cinco candidaturas indiscutibles en las categorías de película, edición, mezcla de sonido, actor (Brad Pitt) y secundario (Jonah Hill). DeCine21.
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