Maya es una agente de la CIA que aterriza Pakistán para unirse al equipo que investiga la red del terrorismo islámico cercano a Bin Laden. Pronto, la joven dará con una pista sobre el paradero del líder yihadista y la seguirá hasta el final, a pesar de encontrarse con obstáculos no sólo externos, sino también internos dentro de la propia agencia. Kathryn Bigelow confía una vez más su trabajo a la cuestión de Irak. La directora de K-19: The widowmaker supo dar un giro al cine que se estaba haciendo sobre la presencia norteamericana en ese país con En tierra hostil (2010). En esa película, ponía el acento en las tensiones psicológicas de un grupo especializado en desactivación de explosivos. El nuevo planteamiento, aparentemente menos político y más humano sin dejar de ser realista, gustó al público y a parte de la crítica. Algo parecido, pero con más intensidad, está sucediendo con La noche más oscura... Contraste.
La noche más oscura tiene un comienzo discreto, quizá poco imaginativo, que remite a las típicas películas de denuncia, con esas primeras secuencias tan sucias, tan desagradables, de las torturas que los estadounidenses infligen a los presos para sacarles información; sin embargo, tal impresión inicial es un espejismo, porque poco a poco todo va adquiriendo una inusitada intensidad, una visión más amplia, más traumática, hasta llegar al impactante clímax final, ya en escenario bélico, visión nocturna de por medio, con el objetivo claro de abatir al hombre más buscado del mundo. Entre medias, muchos días, años, de pesquisas, de interrogatorios, de testigos, de decisiones, de muertes, de atentados en diferentes países... DeCine21.
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