En 1988 el general Pinochet fue forzado por la comunidad internacional a convocar un referéndum para legitimar su gobierno. Esta es la historia de aquella curiosa campaña electoral en la que los opositores al régimen cambiaron la historia gracias a los jingles de un publicista.
La tercera de las películas del director sobre la dictadura chilena y la mejor, sin duda. Tras Tony Manero y Post Mortem, Larraín presenta un film retro, rodado con la misma cámara que utilizaban los estudios de televisión en los ochenta.
La imagen doble y borrosa, deslumbrante y descolorida, es la protagonista de un documento interesantísimo sobre la intrahistoria de Chile, en la que consigue diluir ficción y realidad. Basada en un texto de Antonio Skármeta, el guión se centra en la lucha contra la dictadura a través de la creatividad.
Una película llena de humor y terror, que transporta el peso de la historia con una ligereza que la ha hecho merecedora de una nominación a los Oscar y del Premio a la Mejor Película en la Quincena de Realizadores de Cannes 2012... Contraste.
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