7 de noviembre de 2010

El viaje del Papa a España ha contado con un amplio eco en la televisión


El viaje del Papa a España ha contado con un amplio eco en la televisión. Especialmente el fin de semana, todas las cadenas han comentado e informado del acontecimiento. Como en ocasiones similares, Popular Televisión, Intereconomía, Libertad Digital y algunos canales autonómicos han atendido con más interés la noticia.

Hasta la fecha, Benedicto XVI ha venido a España en dos ocasiones. La próxima cita será en Madrid. Quizás, algunos pudieran pensar que asistimos a un hecho religioso y que no debería protagonizar la parrilla de la programación. Puede que entiendan que los asuntos espirituales deberían de circunscribirse a la esfera privada o estrictamente al interior de los muros de la iglesia. Pero, el hombre tiene derecho a vivir su religiosidad de forma privada y pública, tiene derecho a manifestar junto a otros hombres su fe, igual que tiene derecho a vivirla individualmente en soledad.

Por tanto, lo racional es que la televisión recoja el sentir de cientos de miles de personas que han acudido a recibir al Papa. La televisión ha llevado las imágenes y el sonido de las celebraciones con Benedicto XVI a millones de españoles. Sin duda, no solo ha servido a compatriotas nuestros sino a hombres de todas las naciones del mundo.

Vivimos tiempos de crisis económicas, sociales, políticas, en la educación, en las familias, en el arte, en la música, en la falta de respeto por la vida humana en todas sus fases... Pero, en el fondo, la mayor crisis y el origen de todas es la crisis de valores. El Papa trae un mensaje valioso, habla de amor, de fe y de esperanza. España, Europa y el mundo necesitan valores para que la vida humana sea más digna y feliz. La libertad necesita de la verdad, sobre todo de la verdad sobre lo qué es el hombre, sobre quién es el hombre.

Como ocurre a menudo, quedarán imágenes imborrables para muchos de nosotros gracias a la televisión. Santiago de Compostela, durante veinte siglos, una luz que ha iluminado a Europa. Y, la Sagrada Familia de Gaudí, moderna, genial y atrayente (los japoneses sienten fascinación por esta obra, para ellos es la joya que más identifican con España). Personalmente, Gaudí siempre me ha entusiasmado. Sin duda, es uno de los mejores arquitectos españoles. Original y magnífico. Su legado no se entiende sin las sólidas creencias que guiaron su vida (actualmente, Gaudí se encuentra en proceso de beatificación). Cuántas maravillas nos quedan por ver -o quizás las disfrutarán, en el futuro, nuestros hijos- inspiradas en valores, en la verdad, en la libertad…cuántas obras de arte o de ingeniería se harán por personas que trabajen por amor, con fe y con la alegría que da saber que lo bueno es más poderoso que lo malo. Vale la pena el invento de la televisión, aunque sea por la esperanza que representa ver al Papa bendiciendo la Sagrada Familia de Barcelona. Pedro Seco Varón.

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