En multitud de ocasiones, hemos oído que la televisión tiene la culpa de casi todo. Además en tiempos de crisis, solemos buscar chivos expiatorios. Así, en esta línea de acusaciones, la televisión sería responsable de que las buenas costumbres se estropeen, de que los demagogos se mantengan en el poder y malgasten los recursos de la sociedad. Incluso, podemos buscar explicaciones de algunos fracasos escolares, o bien, podemos deducir que muchas familias no hablaban lo suficiente entre sí, porque se dedicaban a ver la televisión demasiadas horas.
Evidentemente, nosotros no compartimos estas afirmaciones. Entre otros motivos, porque somos aficionados a este esparcimiento. La televisión, valga el ejemplo, sería tan culpable como el hidrógeno de la fabricación de bombas atómicas. El hidrógeno no tiene moralidad porque es una cosa, pero es bueno. El hidrógeno combinado acertadamente con el oxígeno forma el agua, que es un elemento fundamental para la existencia de la vida. E incluso, nos permite soñar con motores de hidrógeno, una energía limpia, barata e inagotable para el futuro.
La televisión es un buen invento que bien utilizado por el hombre (que sí es sujeto a quién se le puede exigir una moral) puede ser beneficioso para la sociedad. Los que estropeamos la televisión somos los que hacemos mal uso de ella. Todos en alguna ocasión la hemos podido utilizar erróneamente. También, se hacen cosas mal por parte de directivos y de empresarios desaprensivos, que sostienen o conducen proyectos televisivos que sirven en ocasiones a la mentira. Santo Tomás de Aquino decía que la belleza es el resplandor de la verdad. Podríamos pensar que cuando se pierde la verdad, se ofende a la belleza. ¿Lo que termina convirtiéndose en feo, aburrido...falto de calidad, no será en cierto modo porque falta a la verdad, porque no se nutre de valores?
Después de abusar de la paciencia de nuestros lectores con el comentario de más arriba, me gustaría hablar de algo más concreto. Como cada trimestre, visitaremos a nuestros amigos de Regina Mundi. Como telespectadores, lo que nos ha parecido más oportuno, hasta la fecha, ha sido compartir DVD con los enfermos (aficionados también a la televisión como nosotros, y quizás con menos posibilidades de buscar otras diversiones).
Siempre que llega la Navidad, gusta celebrarla con algún extraordinario. Por tanto, nos encantaría que, en este trimestre, encontráramos más películas y mejores que de ordinario. Hasta el momento, conseguimos películas y documentales de calidad. Cine clásico y actual. Gran parte del material llega nuevo, sin estrenar. En esta ocasión, podríamos intentar buscar más documentales. En fin, iremos informando de estas gestiones.
Pedro Seco Varón
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