18 de julio de 2011

Adiós, Sr. Oliart

Le dimos la bienvenida en este blog, era noviembre de 2009. Nos era usted conocido. Su trayectoria profesional y política le avalaban. Además, llegaba con el consenso de los partidos políticos mayoritarios. España necesita el acuerdo de los dos grandes partidos para abordar muchos temas; ciertamente, cualquier noticia en esta línea de entendimiento –como es el nombramiento del director general de TVE- infundía un poco de esperanza a la mayoría de los españoles. 

Los obstáculos se alzaban difíciles ante usted: el alto coste de TVE al erario público, problemas de plantilla y ERE, un giro hacia la calidad y hacia la imparcialidad... 

Parece que se ha avanzado en el camino; pero muchas de estas metas continúan todavía lejanas. TVE sigue contando con muchos empleados –si se compara con sus competidoras privadas, todavía se ve un número muy elevado de personal-. Quizás, en su haber se encuentra el dejarnos firmado el pre-acuerdo del Convenio colectivo con los trabajadores (30 de junio 2011). 

Respecto a la calidad, en ocasiones se ha confundido con el apoyo a ciertas tendencias artísticas de producción nacional. En cuanto a la imparcialidad, quedan los informativos cómo ejemplo de mejora en este aspecto. Por otra parte, los recursos humanos del ente público no bastan para elaborar toda la programación, que se debe completar con los servicios de productoras externas. 

Seguramente, la adjudicación a Telefónica Broadcast Services (TBS), donde trabaja su hijo Pablo, como administrador único, se ajusta a la legalidad. El contrato es para dar la cobertura técnica al programa Las mañanas de La 1. Hasta este junio, el servicio lo prestaba Overon, de Mediapro. No obstante, las insinuaciones hacia un posible caso de favoritismo han colmado la paciencia de Alberto Oliart. 

Ahora, se abre un periodo transitorio. El Consejo de Administración de RTVE asume la dirección ejecutiva. El nuevo presidente tiene que ser nombrado por las Cortes, para ello necesita dos tercios del Congreso (necesariamente, implica la alianza del PSOE y el PP). En caso de no lograrse un entendimiento, podría valer la mayoría absoluta. 

La televisión pública cuesta dinero a los españoles y a las empresas privadas. Su politización, aunque se intente evitar, continúa. Ciertamente, tuvo un papel importante en la historia cuando no existían las cadenas privadas. Ahora, si hace lo mismo que las demás emisoras, aunque menos eficientemente según señalan sus costes,... ¿vale la pena mantener el mismo modelo? ¿No sería mejor un formato más ligero, enfocado a un servicio público donde no llegara la iniciativa privada? Me temo que todas estas preguntas quedarán aparcadas por lo más urgente: la planificación de TVE ante la campaña electoral y los meses previos de pre-campaña. Pedro Seco Varón.

1 comentario :

Anónimo dijo...

Lo mejor del artículo es la foto. Me encanta esta imagen. Si se copia y se amplia, todavía es mucho más sugerente.

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