Películas sobre el drama de la inmigración en Europa hay muchas pero como ésta, ninguna. ¿Y por qué? Porque su director es Aki Kaurismäki y el cineasta finlandés no se parece a nadie más que a sí mismo. Le gusta hacer cine, contar historias con imágenes, y lo hace de una determinada manera que es la única que conoce. En este caso es la historia de un hombre, Marcel Marx, que lleva una existencia tranquila en el pueblecito francés de El Havre, entre su bar, su trabajo de limpiabotas y su esposa Arletty, hasta que se cruza en su camino un menor llegado de África que escapa de la policía y busca refugio. Fila Siete.
Se trata de una deliciosa tragicomedia neorrealista, a lo Frank Capra, en la que el cineasta finlandés vuelve a mostrar sin complejos su decidido vitalismo, delimitado por su confianza en el cariño matrimonial, la solidaridad comunitaria y la providencia misericordiosa de Dios. Y, entre estas sugerentes coordenadas —todas ellas, concreciones del amor—, desarrolla sus conmovedoras reflexiones sobre la inmigración y la necesidad de instaurar socialmente una cultura de la caridad y la acogida. Kaurismäki expone todo eso con su habitual estilo minimalista, sobrio pero lleno de colorido, entre naturalista y naïf J.J. Martín (Cope).
Tenemos sobre todo una historia muy humana, de magníficos y tiernos personajes, que viven al día pero saben desvivirse por amor por los que tienen alrededor. Conmueve el amor de Arletty a su esposo, con qué naturalidad se refiere el director a la fe de los personajes. La generosidad de Marcel para dedicar sus mejores esfuerzos a su inesperado invitado. El empeño de éste por ayudar. Las pequeñas ayudas de unos y otros, algunas inesperadas y que conmueven. Hay momentos ciertamente emocionantes, pero el último tramo de la cinta, el desenlace, demuestra con creces lo gran director que Aki es. DeCine21.
1 comentario :
Parece interesante y original, como el idioma materno del director.
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