22 de julio de 2013

CIBERADICCIÓN. Poner límites en la conexión la mejor forma de prevenir

Durante las vacaciones escolares de verano, aumenta considerablemente el tiempo que los menores pasan conectados a internet respecto al resto del año. Los contenidos de ocio son los más populares, sobre todo las redes sociales, que potencian los riesgos de conocer a gente no recomendable, de acceder a contenidos nocivos, o de cometer alguna imprudencia.

Para evitar que los niños y jóvenes estén enganchados la mayor parte del día al ordenador o al móvil, se pueden programar actividades alternativas al aire libre como ir a la playa, hacer deporte, jugar con los amigos o disfrutar en la piscina. En caso que de se conecten a la red, se debe supervisar qué hacen y establecer horarios. Entre los niños de 12 y 15 años, se puede poner un límite de una hora y media al día. También pueden configurarse herramientas de control parental que restrinjan horas de conexión, tiempo total, las páginas vistas y el tipo de servicio que pueden usar.

Asimismo, el verano es una inmejorable ocasión para incidir en la navegación en familia y enseñar a los hijos a rastrear la red con seguridad y conocer de cerca sus inquietudes. Un reto es conseguir que adquieran progresivamente una actitud reflexiva y crítica de forma autónoma. La clave está en hacerles ver los fallos o los riesgos que comportan determinadas actitudes o actividades en la red. Por ejemplo, un error común suele ser la publicación de las fechas y del lugar de vacaciones en las redes sociales. A esta información pueden acceder posibles ladrones que, de ese modo saben cuándo estaremos ausentes.

Los síntomas

Por otro lado, el uso constante de las nuevas tecnologías, no sólo en menores sino también adultos, puede agudizarse en conductas que deriven en ciberadicción. Existen algunos síntomas que evidencian una dependencia excesiva de la tecnología, de los videojuegos, o la necesidad de estar permanentemente conectados. Éstos se manifiestan cuando conectarse genera ansiedad; provoca la pérdida de la noción del tiempo, el apetito o el interés por las relaciones interpersonales físicas; se abandonan responsabilidades o se cae en el aislamiento.

En el momento que esto interfiere en el día a día, o altera los hábitos cotidianos, debemos plantear una reflexión para autoevaluarnos y saber si estamos rebasando la línea. Si está causando problemas en la vida real, se puede trazar un plan para reducirlo: no es una solución acertada simplemente huir del problema o del medio en sí. Mejor hacerlo gradualmente, poner un horario y ajustarse a él. En casos extremos, se puede buscar ayuda externa y consultar a un especialista o médico. Más info: ciberadiccion.es. A.E. Contraste.

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