Como pronto se verá, el que escribe es seguidor de la serie y –vaya por delante- agradezco a los programadores que la hayan traído a España. No obstante, nuestro amigo Patrick sin dejar de ser inteligente, simpático, buen amigo de sus compañeros y hasta elegante, hay episodios en que me desconcierta.
Por ejemplo, si bien es un viudo respetuoso con la memoria de su esposa y su hija, cruelmente asesinados, también es un personaje movido por la venganza. Siento esta digresión, pero no puedo dejar de pensar en los miles de familiares de quiénes fueron asesinados por organizaciones terroristas o por psicópatas en España. Su dolor siempre ha ido acompañado de un intachable respeto por la justicia. Siendo la norma de comportamiento lo más opuesto a la venganza.
Respecto a la enfermedad, en un episodio –cuyo título he olvidado- un compañero se quita la vida porque no quiere afrontar un cáncer, al parecer sin cura. Nuestro amigo Patrick acompaña al enfermo, tomando un té, mientras éste se envenena. En ese momento, no puede dejar de pensar que todo el mundo conocemos casos en nuestras familias y entornos cercanos y que –nada más lejos de caer en la loca desesperación del suicidio- luchan o ayudan en la lucha.
En efecto, Patrick Jane fuerza los procedimientos y camina por el borde en muchas ocasiones, y es parte del entretenimiento de la serie. Sin embargo, en una ocasión, mantuvo al sospechoso enterrado vivo –en un ataúd bajo tierra- toda la noche. Finalmente, el malo confesó y lo liberó la policía. La tortura no resulta graciosa, ni entretenida, ni justificable.
Nuestro protagonista se confiesa ateo. Sus amigas, sobre todo Teresa Lisbon, no parecen compartir su falta de creencias. La jefa del grupo de investigadores luce en todo momento su crucifijo y, sin decirse de modo explícito, da la impresión de que sea la típica policía estadounidense de familia católica que, independientemente de su vida personal, no pierde sus raíces. Por consiguiente, la podemos ver rezando en algún episodio, siempre y cuando, su amigo Patrick no entre a hurtadillas en la iglesia y la interrumpa con bromas de tono más bien burlesco.
Ciertamente, Teresa es una profesional íntegra y se resiste a los excesos de Patrick. Aunque a menudo cede. Como en el caso en que no informa que un joven dado por muerto, realmente, vive como travesti y ha iniciado una nueva vida con otras personas como él. Independientemente, de la compresión o la simpatía personal, un defensor de la ley, debe ceñirse a la verdad. ¿Qué libertades puede salvaguardar sin la verdad?
Por supuesto, que se trata de una serie de ficción y de que las situaciones que recoge han de dramatizarse y las historias no pretenden más que entretener, y no es poco. Pero, supongo que la serie tendrá que pagar el peaje que impone la cultura dominante. No sé si los creativos escriben series libremente o se deben plegar a la dictadura de la moda o de los índices de audiencia. El Mentalista gusta también porque es diferente, original y, quizás, fuera un producto más atractivo si fuera contra la corriente de una mentalidad que no es la de todos. A. Rodríguez.
1 comentario :
DA LA IMPRESIÓN DE QUE EN ALGUNOS EPISODIOS SUCEDEN ESAS COSAS. O EN LOS QUE PARECE DAR A ENTENDER...QUIZÁS, TENGA ALGO DE RAZÓN LA OPINIÓN DE ESTE ESPECTADOR.
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