Las asociaciones de consumidores de medios audiovisuales comenzamos nuestra andanza para defender los derechos de los espectadores En aquellos años, la sociedad y, en especial, los niños necesitaban una figura social que los representara ante las autoridades, directivos de televisión, programadores, etc. Desde hace ya un lustro, nuestro trabajo ha derivado en un consumo más amplio. Las pantallas han inundado la vida y el ocio de todos pero, de una manera muy particular, la de los menores que se desarrollan y crecen en una sociedad muy diferente a la que tuvimos los adultos.
El móvil, las redes sociales, los chats y todas las herramientas de comunicación online les permiten entablar “amistad” con personas que no conocen y, seguramente, no conocerán nunca. La loca carrera por tener más amigos en Facebook de los que podrían atender en una vida entera provoca que el concepto de “amistad” haya perdido su valor real y la intensidad de su significado. Por otro lado, y no deja de ser una consecuencia de la falta de control y de educación en las nuevas tecnologías, los menores han encontrado en las últimas aplicaciones un instrumento para una comunicación menos amable y más cobarde. Hablamos de, por ejemplo, la conocida Gossip o los Informers de Facebook. En muchas ocasiones, los más jóvenes han dado a estas aplicaciones el uso equivocado. Es alarmante ver cómo algunos estudiantes y universitarios aprovechan las nuevas tecnologías para lanzar, bajo el amparo del anonimato, rumores, insultos o calumnias a compañeros, “amigos”, profesores o, incluso, desconocidos, sin importar la veracidad o el daño que puedan ocasionar al prójimo. Esta situación es el resultado de una falta evidente de educación social. Desvela el escaso valor que se le da a la honradez, a la valentia y a la lealtad. Enseñar a los más jóvenes a respetar las normas de convivencia básicas de una sociedad democrática es tarea de todos. Empieza en casa, pero el centro escolar, las autoridades y la legislación también deben actuar. Las asociaciones lo hacemos a través del Proyecto de Educación Audiovisual y nos ponemos al servicio del usuario y los educadores. Editorial Contraste 03/2012
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