Una de las anécdotas del mundial han sido esas trompetas de plástico, que muchos aficionados al fútbol hacen sonar en los partidos. Por lo visto, los sudafricanos disfrutan de lo lindo con el sonido estrepitoso que provocan. El ruido era tan grande, que han causado graves problemas a las televisiones de todo el mundo para retrasmitir los partidos con un sonido de cierta calidad. El fragor de fondo hacía molesta la audición de los telespectadores. Los primeros en darse cuenta de estos efectos fueron los alemanes, concretamente las cadenas ARD y ZDF. La solución más socorrida ha sido la de utilizar los micrófonos de mano tradicionales, en lugar del auricular-micrófono.
Aunque no tenga mucha relación con el tema, me venía a la cabeza que, en cierto modo y en algunas ocasiones, la misma televisión es como una vuvuzela en la vida familiar. Aunque no le echemos cuenta, no se cansa, ni se calla, y termina captando o distrayendo nuestra atención, interrumpiendo la conversación que empezaba a cuajar después de un día de trabajo, por ejemplo.
Otras veces, el volumen está tan alto –o sube en los anuncios- que cuando te percatas, estás hablando a gritos; una forma de expresarse poco proclive para tratar algo interesante. En fin, parece que el sonido de fondo de una televisión encendida muchas horas afecta, en alguna forma, al desarrollo de la vida familiar; cualquiera de nosotros recordará situaciones parecidas en los momentos de la comida o de una tertulia de sobremesa, o del estudio, del juego de los niños o a la hora de intentar leer el periódico, un libro...
La televisión puede divertir mucho más que una vuvuzela y, sin duda, resulta más interesante para informarse, educarse, descansar...que este utensilio estridente. Sin embargo, no dudo en apagarla cuando puede interrumpir a uno de mis niños, gran aficionado al Jurásico, que quiere preguntarme qué dinosaurio es más peligroso: el tiranosaurio rex o el espinosaurio. O, mi mujer me quiere contar qué le ha dicho su madre, o llaman por teléfono..., no digamos, cuando vienen con las tareas del colegio a consultar dudas. En fin, dejemos de escribir para que tampoco estas líneas sean una vuvuzela, ya que acaban de llamarme para echar una mano en la casa. Hoy, tenemos la visita de unos amigos. ¿lo mismo, les pongo la tele de fondo para no oírlos? Mejor no lo hago, me parece que no resultaría educado. PEDRO SECO VARÓN.
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