Carrie Mathison es una agente de operaciones de la CIA en Irak. Tras contradecir una orden de sus superiores para contactar con un confidente, es reasignada a la central de Langley (Virginia).
Precisamente lo que le dijo su contacto es que un soldado americano cautivo se había cambiado de bando y militaba ahora en Al-Qaeda. Por eso, cuando el sargento Brody, prisionero hace ocho años junto a otro marine, Tom Walker, es encontrado con vida y rescatado, Carrie empieza a sospechar que el nuevo héroe de América podría ser un aliado del enemigo.
Los espías siempre están de moda y, con bastante frecuencia, dan buen resultado tanto en la gran pantalla como en la pequeña. Los ejemplos serían muchos y van desde la sofisticación comercial de James Bond o Bourne, en cine, y Alias de J.J.Abrams o 24 en televisión, hasta la reciente versión de El topo o la lamentablemente única temporada de Rubicon.
La guerra de Irak y el 11 de septiembre de 2001 han marcado con profundidad y extensión el imaginario colectivo americano. Series, películas, libros de ficción, además de documentales y reportajes, no se habrían creado sin sendos acontecimientos. De hecho, ya existe abundante literatura que investiga este fenómeno audiovisual.
En medio de estos dos factores se enmarca Homeland... Seguir leyendo (L.D. Contraste)
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