Millones de telespectadores recuerdan muy gratamente a Juan Pablo II. En efecto, nadie ha gozado de tal cantidad y diversidad de audiencia. Sus viajes, sus ceremonias y sus mensajes se emitieron por las televisiones de casi todos los países. Resulta imposible saber cuánta gente lo seguía por televisión; sin embargo, sí puede calcularse, aproximadamente, el número de los que asistieron físicamente a la Plaza de San Pedro, a sus discursos, a las misas oficiadas por él..., unos 250 millones. Lo que lo convierte en el personaje de la historia al que han visto personalmente más seres humanos.
Ciertamente, a través de la televisión, conocimos la noticia de sus publicaciones, (entre ellas 14 encíclicas, 38 cartas apostólicas, 13 exhortaciones pastorales...sólo sus discursos ocupan 120.000 páginas). Además, nos acercamos a su trabajo pastoral, a los sínodos que convocó, a sus encuentros con los jóvenes (el de Manila reunió alrededor de 5 millones de personas, la mayor concentración conocida en la historia). Así mismo, se pudieron escuchar muchos de sus 19.000 discursos, pronunciados en cuarenta idiomas. Vimos las imágenes de más de 900 jefes de estado y con otros mandatarios con los que se entrevistó, sus encuentros específicos con familias, artistas, enfermos, intelectuales, deportistas, astronautas, científicos, niños, ancianos... Lo acompañamos por sus 102 viajes a 140 países (también, tuvimos noticias otros 140 por Italia) y ...un sin fin de trabajos que no caben aquí. En definitiva, la televisión prestó un incalculable servicio al mundo haciéndole llegar las noticias de la labor de Juan Pablo II.
Cuando Juan Pablo II aparecía en televisión hablaba a millones de seres humanos. Sin embargo, cada espectador guardará detalles que le dejaron una huella en lo más íntimo. Muchas personas han comentado que les conmovía verlo rezar, ajeno a las cámaras y a las multitudes, así sucedió en el rezo del Vía Crucis, el viernes santo poco antes de morir. A otros les parecía que el rostro de Juan Pablo II se transformaba cuando saludaba a los niños. La imagen del papa sonriendo con los jóvenes y sus bromas tampoco se olvidará. Tampoco pasará su fuerza y su valentía criticando tanto al socialismo materialista como al capitalismo salvaje, clamando por los derechos humanos, llamando a todos los pueblos a la concordia y al entendimiento. Cada uno podría añadir sus recuerdos más queridos, nosotros no escribiremos más para no alargar este artículo.
Gracias a la televisión, generaciones venideras podrán conocerlo también. Y, lo que resulta más importante, tendrán la ocasión de volver a escuchar sus palabras que hablaban de fe, de caridad, de libertad, de justicia, en el marco de la verdad. Su vida es un motivo para la esperanza. Y, recordarlo una alegría. Pedro Seco Varón.
(Las cifras recogidas en este artículo, así como muchas de sus argumentaciones están sacadas del libro Historia Breve del Mundo Reciente de José Luis Comellas. Ed Rialp. 2005.).
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