Todas las televisiones de medio mundo han recordado el décimo aniversario de los atentados del 11-S. Especialmente, han tenido en cuenta a las personas que perdieron sus vidas y a los héroes que intervinieron en los rescates. También nosotros queremos dedicar, nuestras primeras líneas, a las víctimas de estos actos de terrorismo y a los que arriesgaron su integridad física por ayudar al prójimo.
Ciertamente, también, vale la pena resaltar esta efeméride por otros motivos; no en vano, bastantes analistas consideran que este acontecimiento marca el inicio del siglo XXI. Una nueva centuria que se presenta cargada de retos y de esperanzas. Sin embargo, como aficionados a la pequeña pantalla, tan solo nos gustaría detenernos en la obviedad de que la televisión mostró al mundo los hechos transcendentales del 11-S. Sin duda, por ejemplo, el descubrimiento de América o la conquista de Constantinopla por los turcos señalan un cambio de época. No obstante, lo presenciaron directamente un número limitado de personas y el mundo tardó un cierto tiempo en percibir sus consecuencias.
En nuestra edad contemporánea, las comunicaciones y las estrechas relaciones de todas las naciones entre sí, no serían tan sólidas sin la existencia de los medios audiovisuales. Quizás, el 11-S haya tenido tanto impacto, y tan rápido, porque lo vimos en directo por la televisión. El poder de las imágenes, la sensación de estar viviendo de alguna manera, en directo, los acontecimientos históricos –bajo mi punto de vista- determinó las consecuencias que después sobrevinieron.
Los futuribles no sirven demasiado en la historia, ya se sabe. Pero, por imaginar un poco: ¿hubiera cambiado el ciclo revolucionario del siglo XIX, si nuestros antepasados hubiesen vivido en directo, por televisión, la toma de la Bastilla, el asesinato de miles de inocentes en la guillotina, la guerra civil consiguiente (La Vendée), los horrores de las batallas napoleónicas…? Evidentemente, se plantea además de un anacronismo y la cuestión debe quedar sin contestación. Sin embargo, sí podemos saber que la guerra de Vietnan fue también distinta por el influjo de la televisión.
Espero que nosotros sepamos utilizar los medios audiovisuales a nuestro alcance en el siglo XXI. Aunque la televisión –a nadie se le escapa- ofrece tal cantidad de información como para colapsarnos y, por cierto, bastante superficial, puede que contribuya a que contemos con más oportunidades para conocer, interpretar y comprender lo que sucede; en definitiva, para buscar la verdad de lo que pasa y actuar conforme a ella. Pedro Seco Varón.
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