24 de agosto de 2012

El cine de pandillas infantiles: “Super 8″

Stephen King dijo una vez: “las mejores historias sobre jóvenes son historias de viajes”. Una afirmación discutible, pero cierta. De La isla del tesoro (Fleming, 1934) a Welcome (Lioret, 2009) muchos filmes la corroboran. Pero lo importante aquí no es justificar sus palabras, sino identificar el contexto en que el autor de La niebla y El resplandor las soltó. Cuenta conmigo (Reiner, 1985) es adaptación de una de sus novelas (The body) que parece el reflejo literario de lo que el cine hollywoodiense estrenaba en aquellos años: cine épico protagonizado por chavales.


E.T., el extraterrestre (1982), Exploradores (1985) y Los goonies (1985) integran –junto con la obra de Reiner– lo que podríamos catalogar como “cine de pandillas infantiles”: películas bonitas y didácticas donde unos amigotes suelen emprender un arduo viaje y, sin darse cuenta, se convierten en héroes. Hablamos de todo esto por un motivo: Super 8 (J. J. Abrams, 2011), una película que destila amor incondicional por el cine y, en especial, por ese cine de los 80. También siente pasión por el famoso aparato con que se filmaba en aquella década –el Super 8 que da título al film– y por las sensaciones que experimentaban los chavales de entonces, reunidos en el patio trasero de su casa, con la cámara hurtada al padre. Y es que el argumento de la nueva producción de J. J. Abrams tiene mucho de esos recuerdos e imaginaciones: un grupillo de jóvenes quiere rodar una peli casera y acaba buscando a un alienígena escondido en su pueblo.

Muchos ya lo han pensado y tienen toda la razón. J. J. Abrams –también director de la undécima entrega de Star Trek– es un melancólico en potencia. Como Tarantino. Las intenciones de Super 8 son las mismas de, por ejemplo, Malditos bastardos (2009). Se copian formas y rasgos de cine añejo, se entremezclan y se muestran, pero en bandeja de plata, trascendiendo la mera réplica. Hay, sin embargo, algo inherente al cine de Tarantino que el joven Abrams no ha adquirido del todo: un sello personal. Abrams deja huella -en esa escena catártica en que los dos niños protagonistas descubren la verdad sobre el monstruo mediante el visionado de una cinta-, pero le falta atrevimiento, alejarse del milimétrico homenaje al cine de antes y lanzarse a la piscina de la espontaneidad. Seguir leyendo...

Fuente: TacOnline

1 comentario :

Anónimo dijo...

LOS JÓVENES SON BUENOS PROTAGONISTAS DE HISTOIRAS, ENTRE OTROS MOTIVOS, PORQUE SUELEN SER AÑOS EN LOS QUE SE ACTÚA CON GENEROSIDAD, CON ALEGRÍA...

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