Existen programas religiosos en televisión. No obstante, no me encuentro preparado para hablar de ellos porque no los veo. Puede que debido a los horarios en los que se emiten o por el poco tiempo libre que me queda para sentarme delante de un televisor, pero hace muchos años que no me he tropezado con ningún programa religioso. No obstante, por lo que he oído, están muy bien hechos técnicamente y con una indudable buena intención. Creo que resultan necesarios y nos traen un soplo de esperanza y de caridad a nuestras vidas.
Dicho esto, aclaro que el comentario que quería compartir con nuestros socios y amigos, no era éste. Si no el espacio que se dedica a la religión en televisión. Pronto, llegará la Semana Santa. En todos los informativos, se hablará de este hecho. También, se abordará con total naturalidad en otros programas y, sin duda, habrá retrasmisiones y programas especiales en multitud de cadenas. Incluso, la cartelera cinematográfica tendrá presente que nos encontramos en Semana Santa. A mí personalmente esta manera de actuar me parece de lo más normal. En mi casa, sucede lo mismo, cambian los horarios y los temas de conversación. No encuentro nada raro en que la televisión refleje lo que sucede en las calles de casi toda España.
La religión es algo natural en el ser humano. Sin embargo, a menudo, parece que ésta se relega a un espacio reservado, quedando silenciada en el resto de la programación. La cuestión requeriría de un análisis más sólido. Mis opiniones son las de un simple aficionado a la televisión. No sabría decir a un profesional de los medios cómo se puede recoger este sentir mayoritario de los telespectadores. Evidentemente, las pantallas no pueden estar inundadas de imágenes de cofradías todo el año. Pero, a modo de ejemplo, en Agosto se celebrará en Madrid la Jornada Mundial de la Juventud.
Probablemente, en torno al Papa, se reunirán varios millones de jóvenes procedentes de los cinco continentes. Si no fuera porque El Corte Inglés termina sus anuncios con el recordatorio de que es patrocinador de este acontecimiento, en televisión y en radio no se mencionaría a este evento de importancia mundial; aunque solo sea por lo insólito de ver a millones de muchachos rezando en las calles de la capital de España, valdría una reseña casi diaria en el telediario. A modo meramente ilustrativo, una concentración organizada por internautas para congregarse en no sé qué estación de trenes, sin aparente motivo, ni provecho conocido, suscita cierta curiosidad y atención en los medios.
La Jornada Mundial de la Juventud convoca a personas –aparentemente- con vivencias mucho más ricas e interesantes y para un objeto bastante más elevado y noble. ¿Cuántas buenas historias de jóvenes de todo el mundo podrían contarse? De momento, si quieres conocerlas, no las encontrarás fácilmente en el telediario de esta noche.
La Jornada Mundial de la Juventud es solo un ejemplo. Se podrían poner otros muchos. Pero no queda espacio y, además, seríamos injustos recordando solo las carencias. Me gustaría terminar felicitando a quiénes intentan -y consiguen- que la religión esté presente en muchos programas como la sal en los alimentos, dando sabor y alimentando. Pedro Seco Varón.
3 comentarios :
si señor!, me ha gustado el artículo!!
Hablar de vez en cuando de religión tampoco está de más.
anda hombre. animate a ver algún programa de religión y lo comentas. que también son entretenidos
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