CINEMANET. 11-03-2011
Primera obviedad: el mercado audiovisual y su industria – el modelo de negocio que citaba Alex de la Iglesia es su discurso durante los premios Goya – está cambiando de forma natural. Segunda obviedad: este avance social y tecnológico -potenciado por las mismas herramientas que permiten la venerada globalización- no va a detenerse mediante medias tintas legislativas.
Se trata de adaptarse o morir… algo también aplicable a la ficción televisiva.
El objetivo final de todo esto sigue siendo el mismo: contar historias. Sin embargo, a día de hoy no basta con producir una película o presentar el programa de emisión de una serie en la pequeña pantalla. Es necesario crear una experiencia alrededor, de tal forma que la misma serie sea un pilar –no siempre el más importante – en torno al proyecto. Contar historias es compartirlas, y compartir es sin duda el término estandarte en este auge brutal de las redes sociales. La gente no va al cine porque está sentada enfrente de un ordenador, explicaba el ex presidente de la Academia. La gente descarga series de televisión por el mismo motivo: porque no quiere horarios impuestos; porque muchas de ellas no están disponibles en España. Porque los espectadores quieren ver más, donde sea y en cualquier momento. Disponibilidad y rapidez. Porque quieren compartir esa experiencia.
Tercera obviedad: las redes sociales son el catalizador, propulsor, dinamizador y contenedor de las experiencias audiovisuales. Hay que estar en ellas, involucrar, fidelizar, provocar el feedback. Las historias que se narran en televisión tienen que salir de la pantalla y adentrarse en el mundo real.
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