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20 de septiembre de 2011

La TV antes creaba familia y ahora más bien es todo lo contrario

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forodefotos.com
La televisión antes creaba familia y ahora viene a ser, más bien, todo lo contrario, según apuntaba, hace pocos meses, el avance de resultados de una investigación sobre las opiniones de jóvenes y padres sobre la influencia real de la pequeña pantalla. 

Una serie de factores psicosociales que se proyectan en horario, comunicación mediante las TIC, cambios culturales,…. han dificultado o destruido la cooperación entre las tres entidades protagonistas: televisión, jóvenes y padres. 

Eusebio Megías, director técnico de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) ha adelantado algunos resultados de dicho estudio cualitativo aún en marcha, en el marco de las jornadas ’Series de Televisión y estilo de vida juveniles’, organizadas por la FAD, el Ayuntamiento de Madrid y la Entidad de Gestión de Derechos de los Productores Audiovisuales (EGEDA). El alcalde de Madrid, Alberto-Ruiz Gallardón, el presidente de EGEDA, Enrique Cerezo, y el director general de la FAD, Ignacio Calderón han sido los encargados de inaugurar las jornadas. 

Uno de los resultados anunciado revela que los expertos consideran que la televisión no está para educar y que no influye más en los adolescentes que lo pueden hacer internet, los amigos o la publicidad. 

A su vez, el análisis indica que los hijos controlan cuándo y cómo se ve la televisión en familia, y es sólo cuando ceden los adultos y los contenidos que se ven todos juntos giran en torno al humor. 

El estudio revela, a su vez, que en muchas ocasiones ver televisión en familia supone ceder ante ciertos contenidos no del todo adecuados para los adolescentes. Y entre los padres se instala el discurso de que las series inculcan valores, pero negativos. Piensan y opinan que sólo plantear la televisión como entretenimiento “no vale”. 

Revela, además, el trabajo que los adultos consideran la televisión como caldo de cultivo y modelo comportamiento, y “presuponen que, de seguro, algo hará mal como para estropear a mis hijos”. 

El análisis apunta a que existe un cambio evidente en el momento en que los hijos entran en la adolescencia: dejan de ver las series de Disney y se pasan a otras del estilo de ‘Física o Química’ que dejan bastante que desear como formadoras para los jóvenes.  

Desde el punto de vista de los adolescentes se considera que las series juveniles son como los “culebrones” de los adultos y que las temáticas son reconocibles y cercanas, pero llevadas al “extremo”. “Nuestros padres piensan que son poco realistas, pero se preocupan más porque creen que no sabemos cómo son las cosas pero ya nos las sabemos todas”, apuntan algunas expresiones del informe. 

Por otro lado, el alcalde de Madrid ha propuesto, en estas sesiones, una autorregulación entre el sector audiovisual, el entorno familiar y los poderes públicos para colaborar en la educación de los jóvenes y así poder evitar conductas tan perniciosas como el consumo de drogas.

Gallardón ha planteado a quién corresponde, y en qué medida, la responsabilidad de educar a los hijos para que no caigan en el consumo de estupefacientes, ¿el poder público (la escuela, los medios de comunicación audiovisuales,…) o las familias?

Y finaliza la exposición opinando que el mayor riesgo contra la droga es la falsa identificación de presentar como algo progresista la tolerancia frente al consumo y algo retrógrado la oposición al consumo. 

Sevilla, 18-9-2011
Manuel Alvarez Romero 
Médico. Vocal de la Junta Directiva de ATEA

28 de junio de 2011

Los niños que ven TV más de una hora al día tienden al «aislamiento»

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Así lo ha expuesto la presidenta de la Asociación Española de Psiquiatría del Niño y el Adolescente (AEPNyA), María Dolores Domínguez, que ha relatado que el periodo que cada niño o adolescente puede dedicar al ocio a través de las nuevas tecnologías es variable según cada persona, aunque por regla general lo recomendable es no sobrepasar los 60 minutos diarios. 

Esto es así porque los medios virtuales son "solitarios" y evitan "recibir otro tipo de informaciones y de interacciones, y de realizar distintas actividades", lo que a menudo desemboca en que el hijo sea reacio a salir de su casa a jugar con otros niños

"Sólo una hora, y después hay que salir a respirar, a correr, a hacer ejercicio porque si te sientas frente a una consola renuncias a unos amigos y al descubrimiento de otros elementos reales que pueden ser interesantes", ha resaltado. 

En todo caso, los psiquiatras infantiles no consideran el uso de las nuevas tecnologías como una enfermedad en sí misma sino como un elemento que "puede limitar a la persona"

"Es uno de los factores que, como podría ser estudiar durante todo el día, vivir en un internado, estar en una isla desierta o salir por la noche todos los días, están por ahí y no determinan ninguna patología específica pero sí predisponen y contribuyen a formar a una persona", ha advertido. 

Domínguez ha opinado que los niños de hoy en día están más predispuestos al uso de las nuevas tecnologías que antes por el simple hecho de que imitan a sus padres y hermanos mayores, y también porque esos artículos han pasado a ser "parte de su entorno". 

Alrededor del 10 por ciento de los niños y cerca del 20 de los adolescentes precisa de atención psicológica o psiquiátrica, aunque sólo la mitad cuenta con un seguimiento por parte de un especialista. Sus principales problemas son, al igual que en los adultos, las depresiones, los trastornos de ansiedad, obsesivos y alimentarios, y las esquizofrenias

Sin embargo, también presentan otros más específicos, como los trastornos del desarrollo, el autismo, o retrasos intelectuales y mentales, o los psicomotrices, algunos de los cuales no son una patología pero condicionan al niño en su etapa adulta con secuelas. 

Tradicionalmente, uno de los principales obstáculos era que el niño normalmente "no se queja" y que su entorno veía algunos de esos problemas como cosas que "con el tiempo se pasan", algo que en los últimos tiempos se está corrigiendo. Manuel Álvarez Romero.

29 de marzo de 2011

¿Televisión yo?, nunca

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Hay personas que en un alarde de intelectualidad afirman que no ven televisión, o que ni siquiera dispone de un televisor en su casa. No sé si añadirlas al grupo de personas ignorantes o al de personas idiotas, quizá más de una pertenezca a ambos grupos. 

De la misma forma que un coche es una útil herramienta para desplazarse, un mal uso de éste puede provocar graves daños e incluso la muerte. Pues bien, con la televisión sucede lo mismo: puedes ver documentales pero también programas zafios que tratan de sucesos o de las idas y venidas de personas populares, más que famosas. 

Actualmente disponemos de una multitud de canales, unos genéricos y otros temáticos, donde encontrar contenidos de calidad adecuados a nuestras áreas de interés. Bien es cierto que muchos son de pago, pero igual que un aficionado a la pesca invierte dinero en todo tipo de material para llevar a cabo lo mejor posible su afición, quien tiene como un objetivo vital adquirir y mantener un nivel cultural medio puede invertir en acceso a canales de pago. 

En ningún momento he mencionado que se deje de leer libros, periódicos o revistas, ya sean impresas o electrónicas. Tampoco he dicho que se deje de dialogar con otras personas, que dicho sea de paso, es una de las mejores formas de aprender. Tan sólo quiero destacar que la televisión es útil o no dependiendo del uso que nosotros le demos. Manuel  Álvarez.

20 de octubre de 2010

¿Engancha la televisión?

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¿Engancha la televisión?

En una época como la nuestra, donde la crisis y el elevado índice de paro invitan a la evasión y al “tiempo muerto”, es preciso detectar curiosos y significativos cambios en las conductas de los mayores y de los menores. Invito al lector a la consideración de lo que respondería ante el propio título de este artículo, antes de seguir con su lectura.

Es conocido por todos el misterioso magnetismo que transmite la pequeña pantalla, que obligará a orientar nuestros ojos en su búsqueda, con independencia del contenido que está ofreciendo en ese momento.

Para comprender el efecto ocasionado, habría que retroceder a la pura fisiología y centrarnos en uno de los autores considerados como el padre del Condicionamiento Clásico: Ivan Pavlov. Según él, poseemos como parte de nuestra herencia evolutiva la obligada capacidad de reaccionar visual ó auditivamente ante un estímulo nuevo y brusco. Esta capacidad, conocida como “respuesta de orientación”, nos permite situarnos ante algo que resulta sorpresivo en el entorno. Así, el cerebro mantiene en espera al organismo, atendiendo al contexto para dar la señal de “acción”.

En esta línea, existen estudios que demuestran que esa respuesta orientativa puede propiciarse gracias a trucos televisivos, como suponen los cortes, el zoom, y los ruidos sorprendentes. Lo que más capta la atención de la tele a nuestro cerebro no son los contenidos, sino las formas, sorprendiendo la cantidad de atención que puede demandar un video-clip, por ejemplo, en comparación con un noticiario.

Puede ahora, empezar el lector a comprender el efecto absorbente que llega a propiciar la televisión, incluso en situaciones el las que existe una interesante conversación de por medio, dando a entender a nuestro interlocutor que “aquello” que hay en la pantalla resulta más interesante que la conversación que deseamos mantener.

Por otra parte, habría que entrar en la definición de adicción, para ver si la tv y sus efectos son englobables dentro de ella. Se emplea dicho término para individuos que, con frecuencia, pasan más tiempo consumiendo una sustancia de aquel que en un principio se plantearon.

Además, se entiende que el consumo conlleva dejar de lado eventos sociales, familiares y ocupacionales, dándose intentos recurrentes por abandonar el consumo o disminuirlo.

Se acompañará, además, de síntomas de abstinencia, creándose un círculo vicioso que incita a repetir el consumo. Así, el “TV adicto” requiere pasar X horas del día consumiendo televisión, fenómeno que se da en el 10 % de la población (lo “normal” estadísticamente son 2 horas diarias), dejando de lado otros aspectos de su vida, por los que va perdiendo interés.

El problema se plantea, al igual que con las drogas, porque el organismo se habitúa, lográndose cada vez una menor satisfacción con el tiempo que se mira a la pantalla y sintiendo, por tanto, la necesidad de incrementarlo.

Considerando efectos a más largo plazo, es importante transmitir al lector los resultados hallados en numerosos estudios que han investigado sobre el tema. Así, se demostró que la televisión provoca menor estimulación mental que la lectura, además de claras dificultades para concentrarse después ver TV.

El efecto que la televisión provoca en el cuerpo es adormecedor, actuando como un tranquilizante y provocando somnolencia. También el índice de obesidad es relativamente mayor en los adictos televisivos. Alternativas más saludables, como practicar deporte o realizar entretenimientos con los que uno disfruta, ayudan a mejorar en nivel de atención y a recuperar la forma física.

La televisión, como casi todo, puede ser positiva siempre que seamos críticos ante la misma y la consumamos de forma moderada. Por eso debemos todos concienciarnos de hasta qué punto el consumo desmesurado puede estar interfiriendo en nuestro crecimiento personal, puede estar limitando aprender cosas nuevas o a relacionarnos con nuestro entorno e, incluso, poder estar disimulando, que no corrigiendo, patologías severas como la Fobia Social o la Depresión. En definitiva, ¿qué se puede esperar de una persona que se desconecta de la vida real y se sumerge prolongadamente en lo que se está mostrando en la pantalla?.

Tras estas líneas, retorno con el lector a la pregunta inicial: ¿engancha la tv?. Y procede ahora confrontar su opinión con los datos que le aportamos.

Para aquellos que hayan logrado concienciarse y también para aquellos que aún se lo plantean, propongo una serie de tareas que pueden contribuir a mejorar el propio conocimiento y el aprovechamiento del tiempo libre:

1. Registrar semanalmente, contabilizando las horas diarias, cuánto tiempo pasa frente a la tv. El reto es, posteriormente, ir disminuyéndolo. Recuerde que dicen las estadísticas que el tiempo medio “normal” son dos horas…. ¡y recuerde también que usted puede disminuir y plantear su propia meta!

2. Analice, en pocos minutos, qué programas ha visto y qué le aportaron: descanso, conocimiento, etc.

3. Elaborar un listado con actividades alternativas que le resultan divertidas: deporte, lectura, hobbies. ¿Ha pensado cuánto tiempo, en comparación con la tv, le dedica cada día o semana?

4. Plantéese cuánto tiempo escucha a personas a través de la pantalla y cuánto sin que ésta se encuentre de por medio. Recordemos que somos seres sociales ¿no es así?

5. Por último, recuerde, en caso de ver tv, ¿podría compatibilizarla con algunos retos como estar haciendo mientras ejercicio? (cinta o bicicleta estática, abdominales, etc).

Una vez se haya planteado estas metas y se encuentre trabajándolas, cuestiónese, cuantas veces necesite, ¿me engancha A MÍ la tv?, hasta que logre responder, con sinceridad y sin autoengaños, NO.

Ana Moreno Gómez. Psicóloga.
Manuel Álvarez Romero. Médico.
Centro Médico Psicosomático. Sevilla

6 de octubre de 2010

La familia y La Copla 2010

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Han transcurrido ya cerca de quince años pero lo recuerdo con absoluta nitidez. En las ondas de Antena Médica de Sevilla se emitía el habitual programa de los miércoles. Y en esta ocasión hacía de protagonista Manolita Carrasco, más conocida como la Piquer de Triana. Con gracia y soltura respondía a mis preguntas, cantaba y recitaba o bien nos dejaba intercalar algunos de los CD que reproducían sus actuaciones. Al plantearle sin rodeos “Manolita, ¿Cuál es el tema de la copla?” No dudó un instante: “El tema de la copla ¿Cuál va a ser? Pues el amor y el desamor, que es el tema de la vida”.
He recordado esta escena el pasado sábado, 2 de octubre, al filo de la madrugada, mientras disfrutaba de “Se llama copla” en nuestro Canal Sur-TV.
Junto a la agilidad del programa, tan bien conducido por Eva, me pareció notoria la buena calidad de los debutantes. Parece que apunta calidad el elenco de concursantes 2010-2011. Y a la par no retrocede un palmo sino que avanza el buen nivel musical, coreográfico, o de realización.
Y a lo que iba. Me han motivado a escribir estas líneas un conjunto de escenas, durante el programa, con un denominador común: el amor a la familia.
Resultaron conmovedoras las escenas que resaltaban la maternidad en boca de Reme o de Marisol, la inteligencia trigeneracional en la familia de Mariló, el profundo lazo tejido por el dolor, llevado con gran elegancia en la coriana Mª José y la desprendida elegancia de hija única de Verónica.
Buen comienzo en la cuarta edición de “Se llama copla” que sin pretenderlo ha resaltado el valor de la institución familiar en el desarrollo de sus miembros. Y lo que resulta aún más específico en este caso: el despliegue de las facultades copleras en quienes las poseen.
También, desde el jurado, la voz de Marta desplegó elogios a su maternidad vivida, algo que le viene a resultar claro estímulo y motivación más que rémora en su carrera profesional.
En la Asociación de Teleespectadores de Andalucía (ATEA) siempre ha sido muy valorado y premiado el programa “Se llama copla”. Hoy nuestro aplauso se redobla ante la consideración del valor añadido que hemos podido contemplar con gozo esta semana.
Manuel Álvarez Romero. Médico. Vocal de ATEA

24 de junio de 2010

HOMBRE Y MUJER: dos formas diferentes de ser persona y de ver la tele

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Manuel Álvarez Romero.

Cuando alguno de mis amigos, un tanto crítico y ocurrente, me oía pronunciar la primera parte de la frase que sirve de título a estas columnas, solía apostillar “¡No hombre, no! Más bien se trata de dos modos muy difíciles de ser persona”. Y no es como para reírse con esta observación, si recordamos las dificultades que hemos ido observando, al respecto, en estos ámbitos, a lo largo de nuestra vida. Arduo e interesante tema este de la comunicación entre las personas tanto en directo como a través de los medios.

Iguales y muy distintos. Así son los hombres y las mujeres. Con dignidad y valor personal idénticos pero con una especificidad tan notable y legítima, que les diferencia tanto, tanto, que alcanza a hacerlos complementarios entre sí.

El hombre se perfecciona y alcanza su plenitud en la mujer, y al contrario. No caben dudas, al respecto, ante el error gigante de la cultura unisex que en palabras de Pablo Carreño resulta destructiva para la naturaleza. Acabar con la complementariedad –escribe- es tanto como atentar contra la familia humana y restar a los sexos su imprescindible oportunidad, idoneidad y efectividad: Cuando alguien apuesta con interés a una operación como ésta, que tiende a igualar por los mínimos, y así destruir lo más específico del hombre, sólo puede tratarse de quienes odian al ser humano.

¡Qué gran empresa la de empeñarse en ser hombre o ser mujer! A la felicidad sólo conduce el camino que nos lleva a situarnos en el lugar que nos corresponde. Y más, conforme nos acercamos a esa plenitud de humanidad a la que estamos llamados.

Y eso es aplicable al modo y a los contenidos respecto a como vemos la TV. El lugar, las posturas, la compañía, lo que hacemos delante del televisor, si hablamos o no… ¡y no digamos en cuanto al los contenidos!

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18 de mayo de 2010

Ver la televisión a los dos años de edad tiene un impacto negativo en el rendimiento académico y provoca el desarrollo de malos hábitos

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Investigadores de la Universidad de Montreal (Canadá) y de la de Michigan (EEUU) han llevado a cabo una investigación publicada en el último 'Archives of Pediatrics and Adolescent Medicine' (Mayo 2010), cuyo objetivo fue determinar el impacto de la exposición a la televisión durante los dos primeros años de vida en el futuro académico, el estilo de vida y el bienestar general de los niños.

Ya se ve que no es indiferente la cantidad de tele que los niños ven. No es una “niñera” inocua esa televisión que sin ton ni son podemos administrar a los niños.

Así, se constató que la exposición a la televisión tiene un impacto negativo a largo plazo. "Los estudios han demostrado que los niños que ven mucha 'tele' comen menos frutas y verduras, practican menos ejercicio y tienen más sobrepeso. Los datos sobre su influencia en el rendimiento académico no son definitivos, aunque hay varios trabajos recientes que sugieren consecuencias negativas cuando se produce una exposición excesiva... Dos de ellos han encontrado que, a largo plazo, los menores que más 'tele' visualizan tienen más problemas socioemocionales y de atención en el colegio. Asimismo, otro estudio ha encontrado que los más expuestos tienen peores habilidades verbales y menos memoria", declaran los autores en su estudio.

Para llevar a cabo el estudio, los investigadores evaluaron a 1.314 menores participantes en el 'Estudio Longitudinal de Desarrollo Infantil'. Los padres de los niños y niñas detallaron la exposición de sus hijos a la televisión a los 29 y a los 53 meses. La media de exposición de los pequeños a los 29 meses fue de seis horas durante toda la semana un tiempo que se elevó dos horas más cuando los niños tenían 53 meses. Posteriormente, cuando los pequeños tenían 10 años, se les preguntó sobre el rendimiento académico, los hábitos de vida y el desarrollo psicosocial de todos los participantes. Asimismo se evaluó su índice de masa corporal.

Teniendo en cuenta los resultados del estudio, la Academia Americana de Pediatría sugiere que los niños de más de dos años pasen menos de dos horas frente a la pantalla.

Pese a ello, la mitad de los menores de 12 a 23 meses y el 41% de los que tienen de 24 a 35 meses excede el tiempo recomendado. "La primera infancia es un periodo crítico para el desarrollo cerebral y la formación del comportamiento", aclaran los investigadores. "Cognitivamente, los primeros años culminan con el desarrollo y la expansión de las habilidades intelectuales que ayudarán al niño a procesar mejor la información, a interactuar con su medio y, eventualmente, a utilizar la lógica para entender las matemáticas", insisten.

Un medio terapéutico, fácil y barato, que aporta importantes recursos para la salud mental y emocional de nuestros menores.

Sevilla 07 de mayo de 2010
Manuel Alvarez Romero.

1 de mayo de 2010

El Doctor Álvarez Romero colabora con ATEA

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Manuel Álvarez Romero, cordobés afincado en Sevilla, es licenciado en Medicina por la Universidad de Sevilla, especialista en Medicina Interna y titular del Servicio Andaluz de Salud.
En la actualidad dirige el Centro Médico Psicosomático de Sevilla y hasta fecha reciente atendía la Unidad de Medicina Psicosomática de la Clínica Universitaria de Navarra-Madrid.
Promotor, miembro fundador y primer presidente de la Sociedad Andaluza de Medicina Psicosomática.
Forma parte de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática y del Colegio Internacional de Medicina Psicosomática.
Director de los Cursos de Libre Configuración Curricular de la Universidad de Sevilla que organizados por la Sociedad Andaluza de Medicina Psicosomatica se vienen impartiendo desde 2006.
Miembro de la Sociedad Española de Médicos Escritores y Artistas.
En la recién renovada Junta de Gobierno del Colegio de Médicos ha sido nombrado Director General de Alumnos.
Autor del libro ¿Quieres ser feliz? Claves para mejorar la Autoestima (Arguval, Colección “Claves” 2004, ¿Sabes pensar? (Almuzara, 2005), y coautor de las obras Los mayores o el correr del tiempo (AC, 1999), con la Dra. Carmen Candela, del libro “20 años casados, ¿y ahora qué…amor, adaptación o conflicto?” (Editorial Almuzara. Córdoba 2008), El síndrome del perfeccionista: el anancástico, (Books4pocket, 2010) y del libro La salud mental y sus cuidados (Ed. Eunsa, Navarra 2010).
Director de Master y Cursos sobre “Psicosomática y Farmacia” (CECOFAR, 2004), “Familia y Comunicación”, “Adolescencia” y “Habilidades Sociales” entre otros. Ha sido y es asiduo conferenciante y colaborador en diversos medios de comunicación como el Diario ABC, Cadena COPE, Diario Médico, Antena Médica, La Gaceta de los Negocios, Hacer Familia, Guadalquivir, etc.

Desde ATEA damos la bienvenida y agradecemos la colaboración del Doctor Álvarez Romero. Somos conscientes de que sus muchas obligaciones apenas le dejan tiempo libre. Así que el hecho de que quiera compartir con nosostros sus reflexiones en torno al apasionante mundo audiovisual, es un privilegio que sabemos valorar. C. Sánchez.
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