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4 de julio de 2014

Pantallas en familia. Educar en la era digital

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Marta Oses
Directora de comunicación de ATEA

Si por algo se caracteriza el comienzo del segundo milenio es por la conquista que han hecho las pantallas de nuestro mundo. Las nuevas tecnologías y la gran variedad de dispositivos que existen en la actualidad se han adentrado de forma paulatina en nuestros hogares y han cambiado nuestro modo de vida y los hábitos de información, comunicación y entretenimiento que teníamos.

Cada vez se dedica más tiempo al uso y consumo de las pantallas, ya sea televisión, Internet, videojuegos, redes sociales, aplicaciones del móvil, etc. De hecho, nuestros comportamientos sociales y familiares son distintos debido al uso de estos avances tecnológicos. Cada vez más personas, sobre todo de las nuevas generaciones, quedan virtualmente para chatear, en vez de verse para hablar. En muchas ocasiones, hay más comunicación a través de estos aparatos que en persona.

Las estadísticas no hacen más que confirmarlo; están más enfocadas al consumo televisivo –es difícil medir un espacio tan poroso como el audiovisual- y difieren según el organismo que las mida y según los criterios que utilice –ahora también se ve televisión a la carta, por internet, en el móvil, etc.-, pero la tendencia es prácticamente la misma en los países desarrollados.

Pantallas encendidas 

Dedicamos de media 3 horas diarias a ver la televisión –habría que valorar si la vemos realmente durante ese tiempo o simplemente está conectada–; y más de 5 horas a otro tipo de pantallas como los móviles, tabletas, videojuegos, internet –que se utilizan incluso al mismo tiempo que tenemos la televisión encendida. De hecho, podemos estar viendo un programa y a la vez estar twitteándolo, o navegando por una aplicación que nos proponen desde ese espacio televisivo; o estar cocinando la cena y a la vez publicar en Facebook un selfie con nuestro menú.

El informe que realiza en España cada año y cada mes la consultora audiovisual Barlovento Comunicación invita a la reflexión. El pasado mes de marzo según esta consultora cada persona vio una media de 132 horas de televisión. El consumo por persona y día fue de 255 minutos. Por su parte, el Instituto Nacional de Estadística refleja datos más conservadores, y limita el consumo televisivo a un máximo de 187 minutos diarios en días festivos o fines de semana.

Es muy gráfico el vídeo titulado “Look up” que circula por la red, y en el que se dice que “las redes sociales son todo menos sociales”, y que “ya no nos satisface hablar entre nosotros y mirar a los ojos de otra persona”, y que nos han hecho creer que si no entretenemos a nuestro hijo con un Ipad no somos buenos padres…

Esta exposición de niños y adultos, en ocasiones desmesurada y sin directrices familiares que la acoten, ha provocado que distintos organismos e instituciones se hayan dedicado a estudiar y analizar los efectos que puede provocar una sobreexposición y un uso inadecuado de los medios audiovisuales. 

Es el caso de un estudio de la Academia Americana de Pediatría (cfr. Aceprensa 30-10-2013), que propone poner a dieta a los niños y desaconseja absolutamente las pantallas a menores de dos años, por sus efectos negativos en su desarrollo, ya que a su juicio le dificulta entre otras cosas pensar e imaginar por sí mismos. La Asociación Japonesa de Pediatría también se ha sumado a este tipo de recomendaciones y aconseja restringir el uso de pantallas a modo de juguetes para bebés.

Entre los demás riesgos que entraña un consumo abusivo, los expertos citan la falta de comunicación, el sedentario, la obesidad o incluso los trastornos de conducta y atención en el entorno social.

Educar en el asombro 

Sin embargo, hay otros problemas que, aunque pasen más desapercibidos, no son menos importantes, y atañen a los valores y los modelos de vida que se proponen en series televisivas y otros formatos audiovisuales como los videojuegos. Existe también cierta inseguridad al navegar por internet, como la suplantación de identidades en las redes sociales y el acceso a contenidos inapropiados. Ante todo esto, el papel de las familias es vital. Y la labor de alfabetización mediática imprescindible.

Catherine L’Ecuyer, madre de cuatro hijos, investigadora en temas educativos y autora del libro Educar en el Asombro, trata en su blog este tema y alerta sobre los riesgos del abuso del mundo multimedia: “sin tratar de demonizar las nuevas tecnologías (…) hemos de poner en cuestión todo aquello que ahogue este asombro, este empuje que nace desde dentro del niño y que le hace cuestionarse, interesarse, imaginarse, buscar, averiguar, inventar… en definitiva, capaz de pensar, que es lo propio de la persona”.

L’Ecuyer, en un artículo publicado en la revista Salud Total, sobre salud infantil y educación, explica que es cada vez más común ver a los niños usar tablets y smartphones: “en Estados Unidos el 50% de los menores de 8 años lo usan. En España, los niños se inician con la tablet a los 3 años. Tienen su primer teléfono con 11 y su smartphone con 13 años. Con 10 años el 93% de los niños usa el ordenador y el 87% Internet”. La investigadora reconoce a su vez que a pesar del uso generalizado que se hace de estos dispositivos, “hoy por hoy, no existe ningún estudio que nos diga que un niño necesite una pantalla para su buen desarrollo”.

Ya un estudio realizado por la Universitat Oberta de Catalunya sobre las TIC en la educación española, se planteaba si el uso de los ordenadores mejoraba o no la didáctica y los resultados académicos de los alumnos.

Campamentos de verano sin Internet 

Pues bien, en plena vorágine audiovisual son las familias las que deben poner orden y tomar decisiones sobre los hábitos que quieren inculcar a sus hijos. Quizá las vacaciones estivales pueden ser un buen momento para poner “a dieta” a nuestros pequeños. En EE.UU. se han puesto de moda los campamentos de verano en los que los chicos viven sin teléfono móvil y desconectados de Internet, para centrar toda su atención en el deporte, la naturaleza, el compañerismo, e incluso la solidaridad. En Estados Unidos, se ha puesto de moda esta opción de verano. Un artículo del Wall Street Journal se hace eco de esta corriente y detalla las ventajas de la desconexión temporal de las nuevas tecnologías, aunque los responsables del campamento suban fotos de los chicos a Internet para que las vean los padres.

Este tema de la desconexión también se ha trasladado a la educación. Y llama la atención que sea la opción elegida por ejecutivos del Silicon Valley, que a pesar de trabajar en compañías como Google, Yahoo o Apple, prefieren que sus hijos se eduquen al margen de los ordenadores. Los llevan a escuelas privadas donde la tradicional pizarra y la tiza, el papel y el lápiz, y la aguja y el hilo son las principales herramientas en su aprendizaje. 

“En Google y en todos estos sitios hacemos la tecnología tan fácil que la puede usar cualquiera. No hay razón por la que los niños no puedan aprenderlo cuando sean mayores”, explica un empleado de la compañía estadounidense y padre de dos hijos que apuesta por este tipo de escuelas. 

Ante la colonización que han hecho las pantallas de nuestro espacio y nuestro tiempo, en vez de reprobarlas o entregarse por completo a ellas, lo más útil es informarse, conocerlas y a su vez enseñar a los nuestros. 

Existen asociaciones de consumidores y usuarios de los medios, como es el caso de aquellas que forman parte de la federación ICmedia, que se dedican a colaborar en la mejora de la calidad de los contenidos audiovisuales y a apoyar a las familias en la protección de los públicos infantiles en el entorno de las pantallas. 

Estas asociaciones proponen que los adultos, además de alfabetizarse en el mundo digital, tomen conciencia de la importancia de enseñar y acompañar a los menores en el consumo audiovisual. Entre otras pautas, sugieren fijar un horario, limitar el tiempo que se le va a dedicar, inculcar normas sobre la atención que se dedica a la mensajería instantánea en momentos como las comidas o durante las horas de estudio, ver la televisión en familia, navegar por internet en algún lugar público del hogar, como es la sala de estar, o favorecer la dedicación de un tiempo de desconexión en el que sea prioritaria la relación entre padres e hijos.

Artículo publicado originalmente en aceprensa.com

24 de abril de 2014

Tablets y móviles. ¿Su uso se limita sólo a una cuestión de edad?

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Muchos padres se encuentran con este dilema: ¿a qué edad es mejor proporcionar a su hijo uno de estos gadgets? No se trata tanto de una cuestión de edad sino de responsabilidad y educación. En este sentido, hay que formularse la siguiente pregunta: ¿qué uso va a darse a estos dispositivos?

Cada vez con mayor frecuencia, las tablets y los smartphones se utilizan para el ocio –los juegos, la descarga de aplicaciones o el visionado de películas– y no tanto para la comunicación interpersonal, aunque el componente social también resulta atractivo. La clave está en reconducir este ocio hacia el entretenimiento educativo. Existen numerosas aplicaciones y páginas web interesantes, pedagógicas y sin riesgos. El papel de padres y educadores es empaparse de este tipo de recursos y asesorar a los menores para una correcta y responsable elección, además de acudir a las herramientas de control parental como recurso complementario.

Su uso a temprana edad

Las estadísticas revelan la proliferación del uso de dispositivos móviles entre los menores de 7 años. Concretamente entre los 2 y 4 años se inician en internet o el juego con tablets. Estos datos no tienen siempre un significado peyorativo. Se deben tener en cuenta diversos factores: el tiempo que le dedican, qué uso hacen y cómo lo hacen.

Es obligatorio recordar que el menor debe cumplir su ciclo de desarrollo en un entorno enriquecedor. Leer, dibujar, hacer puzzles, construcciones, correr, bailar, etc. son actividades mucho más enriquecedoras que el mejor juego de cualquier tablet. Pero también es posible que el incluir el uso de las tecnologías a edades tempranas conlleve que el menor tome conciencia, desde un primer momento, de una utilización responsable. Siempre y cuando sea un proceso en el que los padres acompañen al menor y no lo dejen explorar a sus anchas.

En las tecnologías, es importante evitar una dependencia excesiva que pueda derivar en la ciberadicción. Conviene supervisar dicha actividad y guiar al menor cuando corresponda, sobre todo para que aprenda a tener un criterio propio. Siempre es más efectivo potenciar un uso positivo y provechoso de las tecnologías y prevenir, a su vez, aquellos aspectos en los que deben tener cuidado, como sucede en la vida cotidiana.

El sector educativo tendrá que convivir con esta tecnología con la llegada de la denominada mochila digital. Hay que saber sacar provecho a todo este potencial, a través de las innumerables iniciativas y aplicaciones lúdicas que van dirigidas a los menores.

En definitiva, es de vital importancia que los padres y educadores se impliquen y conozcan el mundo digital para orientar a sus hijos. Es preciso poner los medios para que no resulte extraño, ni suponga un tabú. Ya no vale escudarse en que “mi hijo de estas cosas sabe mucho más que yo”.

5 de agosto de 2013

EDUCACIÓN Y REDES SOCIALES. Agustín Domigo Moratalla. Educación familiar. Ediciones Encuentro. ***

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En esta obra se analiza el impacto de las nuevas tecnologías de la información en la educación y en los hábitos de los jóvenes. Dirigida a educadores y a padres con hijos en edad adolescente, ofrece claves de interpretación, razonables y coherentes, acerca de los cambios de la era digital, que por la velocidad de la innovación esta llena de ambigüedades y riesgos. En un contexto en el que las TIC están presentes en los ámbitos de la educación formal, no formal y en la familia, el autor advierte sobre el uso incontrolado de las redes sociales y su papel transformador en los jóvenes, sin planteamientos alarmistas pero tampoco acríticos... RBT.

Sinopsis

Las redes sociales están introduciendo nuevas formas de entender las relaciones personales y la comunicación social. Ante una globalización irreversible, los cambios que están generando las tecnologías de la información no sólo afectan al cambio en los medios o herramientas con los que establecemos comunicación, sino a las actitudes, los hábitos, los valores y, en general, las nuevas formas de habitar el mundo. Este cambio no es epidérmico sino estructural, porque está afectando a formas de atender, sentir, juzgar y configurar la naturaleza humana. Se está haciendo notoriamente visible en los procesos de socialización donde los agentes educativos están perplejos y desconcertados. Los padres, maestros y, en general, quienes tienen responsabilidad educativa en ámbitos formales o informales, están obligados a rehacer las brújulas, los mapas y las metas con los que organizar las prácticas e instituciones educativas. Estas transformaciones en los espacios públicos educativos requieren un nuevo concepto de autoridad, de responsabilidad y de comunidad educativa. Este libro tiene como finalidad afrontar este inquietantes horizonte cultural proponiendo una educación para la responsabilidad y la verdad. Las redes sociales pueden ser una oportunidad para construir nuevas formas de ciudadanía donde el universo digital no distraiga a los educadores para promover una antropología del servicio, del silencio y la esperanza.

Agustín Domingo Moratalla es profesor de Filosofía Moral y Política en la Universidad de Valencia. Ha sido profesor de bachillerato, catedrático de bachillerato y profesor Encargado de Cátedra en la Universidad Pontificia de Salamanca. Amplió estudios en la Universidad Católica de Lovaina, Fellow en la Cátedra Hoover y el Centro para el Estudio de la Cultura y los Valores (Washington). Ha puesto en marcha la Facultad de CC. Políticas y de la Administración (CEU), ha promovido la creación de Comités de Ética Asistencial (Hospital la Fe), es vicepresidente del Comité del Hospital Clínico (Valencia) y miembro de la Comisión Valenciana de reproducción humana asistida. Ediciones Encuentro.

13 de mayo de 2013

TRANKI PAP@S. Cómo evitar que tus hijos corran riesgos en internet. Oliver Tauste y Pere Cervantes. Oniro

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Las redes sociales, la mensajería instantánea, las posibilidades que la red abre al mundo exterior ha hecho de Internet un mundo de grandes posibilidades, pero también de riesgos, algunos extremadamente peligrosos como los abusos sexuales o la pornografía. Se trata de unos riesgos que padres y educadores deben conocer para enfrentarse a ellos, así como las herramientas que se están utilizando en la red y por la que circulan los intercambios de información y contactos en los que se mueven los jóvenes. Escrito por dos expertos en la materia, además de agentes de policía que trabajan en el ámbito de los delitos de Internet, el libro constituye una herramienta divulgativa, práctica y didáctica de cuales son estos riesgos y como hacer frente a ellos siempre con la premisa de que la mejor arma es la prevención y para ello no hay nada mejor que la formación en ella de los propios padres y educadores. Con un estilo muy claro y sencillo, que trata de acercar a todos los principales conceptos de Internet, los autores van dirigiendo a padres y educadores por ese mundo de la red en el que se mueven los jóvenes. La obra muy útil y fácil de leer, incluye numerosos consejos prácticos y con mucho sentido común. Selección Literaria.

Sinopsis

Tranki pap@s es un manual ameno, sencillo y de lenguaje directo cuyo objetivo es que padres y educadores aprendan todo lo necesario respecto a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC).

«El muro del Face», «mi perfil de Tuenti», «hazme un twitt», «nos whatsapeamos» son expresiones cotidianas que no deberían ser ignoradas por los padres de hoy. Internet tiene innumerables ventajas y algunos riesgos, y cuando se trata de nuestros hijos, es importante que los conozcamos bien para poder prevenirlos o, en el peor de los casos, saber actuar frente a ellos. Internet crece y si no queremos que se interponga en la relación con nuestros hijos, es preciso que hagamos de la Red un nexo común del que podamos disfrutar.

De la mano de dos expertos en la materia y basándose en casos reales, Tranki pap@s ofrece consejos útiles y concretos para que los padres sepan cómo evitar y afrontar los peligros que la Red puede presentar a los pequeños navegantes. PlanetadeLibros.com

11 de abril de 2012

Un estudio alerta de que los padres no controlan la televisión que ven sus hijos

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Teresa Torrecillas. SIC
El consumo cada vez más individualizado de la televisión en los hogares hace que padres e hijos coincidan cada menos frente a la pequeña pantalla y que aumente el desconocimiento por parte de los mayores del consumo real que hacen sus vástagos.

Además, aunque los padres son muy conscientes de la deslegitimación social del medio, relativizan las posibles influencias de la televisión en sus hogares y excluyen a los miembros de su familia del poder de socialización del medio.

Son conclusiones recogidas en la investigación 'Los niños frente a la televisión: prácticas y mediación familiar', de la profesora de Periodismo Teresa Torrecillas, de la Universidad CEU San Pablo, que analiza las características de los contextos familiares de recepción televisiva infantil y la responsabilidad mediadora de los padres.

Según esta experta, la mediación "se reduce a la existencia o no de normas restrictivas e improvisadas cuando se percatan de que los hijos están visionando algo que consideran inadecuado, en la mayoría de los casos únicamente escenas de sexo o violencia o cuando consideran que el hijo lleva demasiado tiempo delante del televisor". "No existen normas consistentes y estables que calen en la conducta de los niños frente al medio", afirma Torrecillas, para quien la mediación se caracteriza "por un alto grado de permisividad". Seguir leyendo...

Fuente: elmundo.es

5 de julio de 2011

Generaciones Interactivas

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La emergencia de las pantallas interconectadas ha convertido en protagonistas del cambio a niños y adolescentes, que adoptan el ritmo trepidante de las tecnologías de la información. Ellos integran la primera Generación Interactiva, capaz de comunicarse, estudiar y divertirse a través de la pantalla, bien sea la televisión, el ordenador, el móvil, los videojuegos o internet. Sus modos de comunicación han cambiado, al igual que su concepto del entretenimiento. Sin embargo, el uso intensivo de las teconologías plantea incógnitas sobre cómo influirá en sus relaciones sociales y familiares, en su capacidad de expresión y en su configuración del mundo.

"Generaciones Interactivas en España. Niños y adolescentes ante las pantallas" es un informe del Foro de Generaciones Interactivas, fundado por Telefónica, La Universidad de Navarra y la Organización Universitaria Interamericana. Los resultados del estudio arrojan luz sobre cómo los usuarios de 6 a 18 años interactúan con los medios, sus mensajes y la publicidad. Entresacamos algunos datos:

- Un 86,5% tiene dos o más televisores en casa, lo que permite un consumo individualizado.
- El 39,3% de los niños entre 6 y 9 años dispone de televisor en su habitación. Entre los mayores, este porcentaje aumenta al 45,3%. Un estudio de la Universidad de Minnesota relaciona los malos hábitos de los jóvenes con el hecho de que tengan un televisor en su cuarto.
- Un 58% de los mayores de 10 años suele verla con algún hermano mayor y el 60% con sus progenitores, aunque el 61% reconoce verla a solas.

Extracto de artículo de José Alberto García Avilés (Profesor  Titular de Periodismo) en la Revista Contraste.

18 de mayo de 2010

Ver la televisión a los dos años de edad tiene un impacto negativo en el rendimiento académico y provoca el desarrollo de malos hábitos

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Investigadores de la Universidad de Montreal (Canadá) y de la de Michigan (EEUU) han llevado a cabo una investigación publicada en el último 'Archives of Pediatrics and Adolescent Medicine' (Mayo 2010), cuyo objetivo fue determinar el impacto de la exposición a la televisión durante los dos primeros años de vida en el futuro académico, el estilo de vida y el bienestar general de los niños.

Ya se ve que no es indiferente la cantidad de tele que los niños ven. No es una “niñera” inocua esa televisión que sin ton ni son podemos administrar a los niños.

Así, se constató que la exposición a la televisión tiene un impacto negativo a largo plazo. "Los estudios han demostrado que los niños que ven mucha 'tele' comen menos frutas y verduras, practican menos ejercicio y tienen más sobrepeso. Los datos sobre su influencia en el rendimiento académico no son definitivos, aunque hay varios trabajos recientes que sugieren consecuencias negativas cuando se produce una exposición excesiva... Dos de ellos han encontrado que, a largo plazo, los menores que más 'tele' visualizan tienen más problemas socioemocionales y de atención en el colegio. Asimismo, otro estudio ha encontrado que los más expuestos tienen peores habilidades verbales y menos memoria", declaran los autores en su estudio.

Para llevar a cabo el estudio, los investigadores evaluaron a 1.314 menores participantes en el 'Estudio Longitudinal de Desarrollo Infantil'. Los padres de los niños y niñas detallaron la exposición de sus hijos a la televisión a los 29 y a los 53 meses. La media de exposición de los pequeños a los 29 meses fue de seis horas durante toda la semana un tiempo que se elevó dos horas más cuando los niños tenían 53 meses. Posteriormente, cuando los pequeños tenían 10 años, se les preguntó sobre el rendimiento académico, los hábitos de vida y el desarrollo psicosocial de todos los participantes. Asimismo se evaluó su índice de masa corporal.

Teniendo en cuenta los resultados del estudio, la Academia Americana de Pediatría sugiere que los niños de más de dos años pasen menos de dos horas frente a la pantalla.

Pese a ello, la mitad de los menores de 12 a 23 meses y el 41% de los que tienen de 24 a 35 meses excede el tiempo recomendado. "La primera infancia es un periodo crítico para el desarrollo cerebral y la formación del comportamiento", aclaran los investigadores. "Cognitivamente, los primeros años culminan con el desarrollo y la expansión de las habilidades intelectuales que ayudarán al niño a procesar mejor la información, a interactuar con su medio y, eventualmente, a utilizar la lógica para entender las matemáticas", insisten.

Un medio terapéutico, fácil y barato, que aporta importantes recursos para la salud mental y emocional de nuestros menores.

Sevilla 07 de mayo de 2010
Manuel Alvarez Romero.
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